O retrato de dorian gray download pdf
The book was published in multiple languages including Spanish, consists of pages and is available in Paperback format. The main characters of this classics, fiction story are Dorian Gray, Basil Hallward.
The book has been awarded with , and many others. Please note that the tricks or techniques listed in this pdf are either fictional or claimed to work by its creator. We do not guarantee that these techniques will work for you.
Some of the techniques listed in El retrato de Dorian Gray may require a sound knowledge of Hypnosis, users are advised to either leave those sections or must have a basic understanding of the subject before practicing them. DMCA and Copyright : The book is not hosted on our servers, to remove the file please contact the source url. Estoy por mandarlo todo a paseo. No me voy a pelear contigo. Lo he visto y verlo es la felici- dad perfecta.
Su madre lo esperaba abajo. Su madre lo observaba dominada por el miedo. Dime la verdad. Tengo derecho a saber. Era tosca. Era tu padre y un caballero. He de irme ya. Todo aquello recrea- ba un ambiente con el que estaba familiarizada. Era necesario ajustar el precio con el cochero. De sus amenazas no dijo nada. No me interesa. Dorian es demasiado sen- sato. Pero yo no he dicho que se haya casado. He dicho que se ha prometido. Hay una gran diferencia. Recuerdo con mucha claridad estar casado, pero no tengo recuerdo alguno de estar prometido.
Me inclino a creer que nunca estu- ve prometido. No quisiera ver a Dorian atado a alguna horrenda criatura que pueda envilecer su cuerpo y destruir su inteligencia. Dorian dice que es hermosa, y no suele equivocarse en ese tipo de cuestiones. Vamos a conocerla esta noche, si es que ese muchacho no olvida su cita con nosotros. Es imposible que lo apruebes. Es una actitud absurda ante la vida. No se nos pone en el mundo para airear nuestros prejuicios morales. Nunca doy la menor importancia a lo que dice la gente vulgar, y nunca interfiero con lo que hacen las personas encantadoras.
Dorian Gray se enamora de una hermosa muchacha que interpreta a Julieta y se propone casarse con ella. Sabes perfectamente que no soy de- fensor del matrimonio. Carecen de indivi- dualidad. Se convierten en personas sumamente organiza- das, y organizarse muy bien la vida, creo yo, es el objeto de la existencia humana. Espero que Dorian Gray haga de esa mu- chacha su esposa, que la adore apasionadamente por espacio de seis meses y que luego, de repente, quede fascinado por otra persona.
Eres mucho mejor persona de lo que finges. La base del optimismo es el terror. Creo todo lo que he dicho. Desprecio profundamente el optimismo. Si quieres estropear una personali- dad, basta reformarla. Estoy desde luego dispuesto a alen- tarlos. Tienen el encanto de estar de moda. No he sido nunca tan feliz. Sibyl interpretaba a Rosalinda. Mis labios se movieron hacia los suyos. Nos besamos. Por supuesto, nuestro compromiso es un secreto total.
Sibyl ni siquiera se lo ha dicho a su madre. Me da igual. Me han rodeado los brazos de Rosalinda y he besado a Julieta en la boca. Hallward le puso una mano en el brazo. Has disgustado a Dorian, que no es como otros hombres. Excepto, por supuesto, las perso- nas de la clase media. Pero lo cierto es que las cla- ses medias no son modernas.
Es imposible enfadarse contigo. No entiendo que nadie quiera avergonzar al ser que ama. Y yo amo a Sibyl Vane. Una promesa irrevocable. Es una promesa irrevo- cable la que yo quiero hacer.
La confianza de Sibyl me hace fiel, su fe me hace bueno. Me convierto en alguien diferente del que has cono- cido. El placer es la prueba de fuego de la Naturaleza. Cuando somos felices siempre somos buenos, pero cuando somos buenos no siempre somos felices. La propia vida Los pecados hermosos, como los objetos hermosos, son el privilegio de los ricos. Se las puede utilizar en las novelas, por supuesto.
Pero las cosas que se pueden utilizar en la narrativa son las que han dejado de usarse en la vida real. Adorar a alguien. Ser adorado es muy molesto. Las mujeres nos tra- tan como la humanidad trata a sus dioses. Crean el amor en nuestra alma. Tienen derecho a pedir correspondencia. Has de admitir, Harry, que las mujeres entregan a los hombres el oro mismo de sus vidas. Basil, no te permito que fumes puros. Enciende un cigarrillo. El cigarrillo es el perfecto ejemplo de placer perfecto.
Represento para ti todos los pecados que nunca has tenido el valor de come- ter. Me encanta el tea- tro. Vamos, Dorian. Desde el bar llegaba el ruido del descorchar de las botellas. Callan y escuchan. Tu matrimo- nio con ella es un acierto. Los dioses han hecho a Sibyl Vane para ti. Sin ella hubieras queda- do incompleto. Su cuerpo se agitaba, al bailar, como se mueve una planta dentro del agua.
Las ondulacio- nes de su garganta eran las ondulaciones de un lirio blanco. La voz era exquisita, pero desde el punto de vista de tono, absolutamente falsa. Privaba de vida a los versos. Dorian Gray fue palideciendo mientras la contem- plaba. Estaba desconcertado y lleno de ansiedad. Sus ges- tos se hicieron absurdamente artificiales.
Amor, buenas noches. Con el aliento del verano, este brote amoroso puede dar bella flor cuando volvamos a vernos No era nerviosismo.
Siento mucho baberos hecho perder la velada. Os pido disculpas a los dos. Ven- dremos otra noche. Ha cambiado por completo. Anoche era una gran artista. Hoy es una actriz vulgar, mediocre.
Ven al club con Basil y conmigo. Fumaremos cigarrillos y beberemos para celebrar la belleza de Sibyl Vane, que es muy her- mosa. Quiero estar solo. La obra se fue arrastrando, interminable. Estaba radiante. Ha sido terri- ble. No puedes hacerte idea de lo que ha sido. Mis amigos se han aburrido. Yo me he aburrido. Era Rosalinda una noche y Porcia otra. Los decorados eran mi mundo. Me has hecho entender lo que es de verdad el amor. Me he cansado de las sombras.
De repente he comprendido lo que significa amarte. Saberlo me ha hecho feliz. Aborrezco el teatro. Has tirado todo eso por la ventana.
Pensarlo me resulta intolerable. Sin el arte no eres nada. Siento no haber interpretado bien mi papel. Pensaba en ti todo el tiempo.
No me dejes. Mi hermano No; es igual. Era una broma Me has decepcionado. Se trataba de una realidad atrozmente visible. No era posible que su deseo hubiera sido escu- chado. Era locura pensarlo. Los ojos azules del lienzo se clavaban en los suyos. Le daba miedo enfrentarse con la certeza. Si resultaba cierto, era terrible. Cualquier cosa mejor que aquella espan- tosa duda. Era totalmente cierto. No era demasiado tarde para reparar aquel mal.
Una prueba incontestable de la ruina que los hombres provocan en su alma. Trataba de reunir los hilos escarlata de la vida y de tejerlos siguiendo un modelo; encontrar un camino, perdido como estaba en un laberinto de pasiones desatadas. Existe la voluptuosidad del autorreproche.
He de verte. Es inaceptable que te encierres de esta manera. Pero no debes pensar dema- siado en ello. No siento lo que ha sucedido. Ahora soy totalmente feliz. No es lo que me dijiste que era. No te burles, Harry, no vuelvas a hacerlo Quiero ser bueno. No so- porto la idea de la fealdad de mi alma. Te felicito por ello.
Pero, mi querido Dorian Algo terrible sobre el matrimonio. No lo digas. No voy a faltar a mi palabra. Cortas la vida en pedazos con tus epi- gramas. Te he escrito para pedirte que no recibieras a nadie hasta que yo llegara.
Pero en Londres la gente tiene muchos prejuicios. Eso es importante. Estaba aturdido por el horror. Pero habla pronto. Finalmente la encontraron muerta, tum- bada en el suelo de su camerino.
Dorian, no debes permitir que este asunto te altere los ner- vios. Puedes venir al palco de mi hermana. Pero no por ello las rosas son menos hermosas. Aunque luego ha sucedido algo que me ha dado miedo. Sibyl lo hubiera conseguido. Por supuesto la hubieras tratado amablemente.
Siempre se puede ser amable con las personas que no nos importan nada. Y cuando una mujer descubre eso de su marido, o empieza a vestirse muy mal o lleva som- breros muy elegantes que tiene que pagar el marido de otra mujer.
Pero pen- saba que era mi deber. No tienen otro origen que la vanidad. Y el resultado es absolutamente nulo. Eso es lo mejor que se puede decir de ellas. Son cheques que hay que cobrar en una cuenta sin fondos.
No es verdad. Y sin embargo he de reco- nocer que lo que ha sucedido no me afecta como debiera. Me parece sencillamente un final estupen- do para una obra maravillosa. Tiene la belleza terri- ble de una tragedia griega, una tragedia en la que he tenido un papel muy destacado, pero que no me ha dejado heridas. Nos afectan como lo hace la vulgaridad.
De repente descubrimos que ya no so- mos los actores, sino los espectadores de la obra. Alguien se ha matado por amor tuyo. Me hubiera hecho enamorarme del amor para el resto de mi vida. Se deben absorberlos colores de la vida, pero nunca recordar los detalles.
Los detalles siempre son vulgares. La vida siempre distribuye amapolas a manos llenas. Por supuesto, de cuando en cuando las cosas se alargan. Le llena a uno con el terror de la eterni- dad. Las mujeres ordinarias se consuelan siempre. Algunas se lanzan a los colores sentimentales. Eso siempre quiere decir que tienen un pasado. Otras se consue- lan descubriendo de repente las excelentes cualida- des de sus maridos. El que consiste en apoderarse del admirador de otra cuando se pierde al propio.
En la buena sociedad eso siempre rehabi- lita a una mujer. Hay algo que me parece muy hermoso acerca de su muerte. Me alegro de vivir en un siglo en el que ocurren tales maravillas.
Tienen instintos maravillosamente primitivos. Les encanta que las dominen. Esa muchacha nunca ha vivido realmente, de manera que tampoco ha muerto de verdad. Lleva duelo por Ofelia, si quieres. Clama contra el cielo porque ha muerto la hija de Brabantio. Era menos real que todas ellas. Hubo un momento de silencio.
Los colo- res desaparecieron cansadamente de los objetos. Ha sido una experiencia maravillosa. No hay nada que no seas capaz de hacer, con tu maravillosa belleza. De momento, se te arro- jan a los pies. No; tienes que seguir siendo como eres. No podemos pasarnos sin ti. Ya nos hemos retrasado bastante. Estoy demasiado cansado para comer nada. Pero lamento que no cenes conmigo. Eres sin duda mi mejor amigo. Has- ta luego. No te olvides de que canta la Patti. Eso era todo. Me hago cargo de lo mucho que sufres.
Pero tuve miedo de avivar un dolor que no me era posible aliviar. Estuvimos en su palco. No hables de cosas horribles. Basta con no hablar de algo para que no haya sucedido nunca. Como dice Harry, el hecho de expresarlas es lo que da realidad a las cosas. Pero no se dedica al teatro. No me hables de esas cosas. No quiero estar a merced de mis emociones. Quiero usarlas, disfrutarlas, do- minarlas.
Algo te ha cambiado completamente. Es la influencia de Harry. Lo veo con toda claridad. Por supuesto que se ha suicida- do. Por regla general, los actores llevan una vida bien corriente. Son buenos maridos, o es- posas fieles, o algo igualmente tedioso. Pero, como iba diciendo, no debes pensar que no he sufrido. Nadie puede, excepto las personas senti- mentales. Es muy de agradecer. Me encuentras consolado y te enfureces. Me gustan las co- sas hermosas que se pueden tocar y utilizar.
Broca- dos antiguos, bronces con cardenillo, objetos laca- dos, marfiles tallados, ambientes exquisitos, lujo, pompa: es mucho lo que se puede disfrutar con todas esas cosas.
Convertirse en el espec- tador de la propia vida, como dice Harry, es escapar a sus sufrimientos. Soy un hombre ya. Tengo nuevas pasiones, nuevos pensamientos, nuevas ideas. Soy diferente, pero no debes tenerme menos afecto. No me dejes, Basil, ni te pelees conmigo. Soy lo que soy. Una delicadeza por su parte. Has de hacerme un dibujo de Sibyl, Basil.
Sin ti no hago nada que merezca la pena. Es lo me- jor que he hecho. Haz el favor de retirar el biombo, Dorian. Me parece vergonzoso que tu criado escon- da mi retrato de esa manera. A veces coloca las flores La luz era demasiado fuerte para el retrato. No puede ser.
Es un sitio admirable para ese cuadro. No quiero que lo veas. No hablas en serio. Hablo completamente en serio. Temblaba de pies a cabeza. Y a Harry le dijiste exactamente lo mismo. Me resulta insoportable que suceda cualquiera de esas dos cosas. Si no quieres que vuelva a ver el cuadro, lo acepto. Siempre puedo mirarte a ti. Si quieres que mi mejor obra permanezca oculta para el mundo, me doy por satisfecho. Estaba decidido a descubrir el misterio de Basil Hafward.
No digas nada. Espera a escuchar lo que tengo que decir. Te idolatraba. Por supuesto nunca te hice saber nada de todo eso.
Hubiera sido imposible. El retrato no se puede mostrar. No te enfades conmigo por lo que te he contado, Dorian. Sus mejillas recobra- ron el color y sus labios juguetearon con una sonri- sa. De momento estaba a salvo. No puedo permitir que veas ese cuadro cara a cara. Me despido de ti. No sabes lo que me ha costado decirte todo lo que te he dicho. Eso ni siquiera llega a ser un cumplido. No tiene senti- do. Pero de todos modos no creo que fuese en busca de Harry cuando tuviera problemas.
Nadie se tropieza dos veces con el ideal. Y son muy pocos los que lo encuentran siquiera una. Hay algo fatal en un retrato. Tiene vida propia. Entiendo perfectamente tus sentimien- tos.
Tengo que limpiar y poner orden antes de dejarle entrar. Muchas gracias, Leaf. Pero ya era demasiado tarde. Pero el futuro era inevitable. Superficiales y anodinos. En principio nunca abandonaba su tienda. Es- peraba a que los clientes fuesen a verlo. Verlo ya era un placer.
Acabo de adquirir un marco que es una joya. En una subasta. Florentino antiguo. Creo que viene de Fonthill. Pesa bastante, y por eso he pensado en pedirle que me prestara a un par de hombres.
No quiero que se roce por las escale- ras. Los recuerdos de su solitaria infancia se le agolparon en la memoria mientras miraba a su alrededor. No; eso era imposible.
Siento haberle hecho esperar tanto. Estaba pensando en otra cosa. No lo quiero colgar. Le estoy muy agradecido por su amabilidad al venir en persona. El veredicto ha sido de muerte accidental. Son muchas las muestras de condolencia que ha recibido la madre de la desapa- recida, que se ha mostrado muy afectada por los hechos durante su testimonio personal, al que ha seguido el del doctor Birrell, autor del examen post- mortem de la fallecida».
Era un libro venenoso. El libro que me has prestado es tan fascinante que se me ha pasado el tiempo volando. He dicho que me fascina. Dorian Gray conservaba el aspecto de al- guien que se ha mantenido lejos de la vileza del mundo. La nitidez misma del contraste aumentaba su placer. Se burlaba del cuerpo deforme y de las extremida- des claudicantes. Pero aque- llos momentos no se prodigaban. No se dejaba ir por completo, sin embargo, al me- nos en sus relaciones con la buena sociedad.
Al contemplar el camino recorrido por el ser humano desde los albores de la historia, le dominaba un sentimiento de pesar. Su objetivo, efectivamente, era la experiencia misma y no los frutos de la experiencia, tanto dulces como amargos.
Nada nos parece que haya cambiado. El granate ahuyenta a los demonios, y el hidropicus priva a la luna de su color. Los favoritos de Jacobo I lle- vaban pendientes hechos de esmeraldas montadas en filigrana de oro. El invier- no no estropeaba su tez ni marchitaba el esplendor de su juventud. Los apoyos eran de plata dorada, bellamente cince- lados, y profusamente adornados con medallones esmaltados y enjoyados.
Se trataba de un trabajo italiano del siglo XV. La mera posibilidad le helaba de horror. Su gran fortuna era, indudablemente, un elemento de seguridad. Y, a decir verdad, con- suela muy poco saber que la persona que te invita a una cena execrable o que te sirve un vino de mala calidad es irreprochable en su vida privada.
La forma es absolutamente esencial. No lo creo. Una flor en la mano derecha, y en la izquierda un collar esmaltado de rosas blancas y damasquina- das.
Sobre una mesa, a su lado, descansaban una mandolina y una manzana. Y grandes rosetas sobre sus puntiagudos zapatitos. Pero sobre su pecho brillaba la estrella de la jarretera. Era Basil Hallward. Pero no estaba seguro. Siento que te vayas, porque llevo siglos sin verte. Tengo algo que decirte. Y hazme el favor de no hablar sobre nada serio. Nada es serio en los tiempos que corren. Es una persona muy hospitalaria. En realidad no era en absoluto un mal criado. Lorde Henry s e aproxi mou e exami nou o retrato.
O rapaz pul ou, como s e des pertado de al gum s onho. Quando o vi u, recuou, e s eu ros to corou de prazer por um momento. Um ar de al egri a chegou-l he aos ol hos , como s e el e s e reconheces s e pel a pri mei ra vez.
E l e nunca a s enti ra antes. Os el ogi os de Bas i l Hal l ward l he pareci am s er s omente os encantadores exageros da ami zade.
A vi da que deveri a fazer s ua al ma, arrui nari a s eu corpo. E nquanto el e pens ava ni s s o, uma aguda pontada de dor ati ngi u-l he como uma faca e fez cada del i cada fi bra de s ua natureza tremer. Se fos s e como eu s empre fi car j ovem e o retrato envel hecer!
Dori an Gray vol tou-s e e o encarou. Hal l ward ol hava s urpres o. O que acontecera? E l e pareci a quas e nervos o. Sua face es tava rubra e s eu ros to, ardente. Seu retrato me ens i nou i s s o. Dori an! Porque eu deveri a guardar o que s eguramente perderei? Se o retrato pudes s e mudar e eu puder s empre s er o que s ou agora!
Lorde Henry deu de ombros. E l e a encontrara, por fi m. E s tou apai xonado por el e, Bas i l. E u me pergunto quem defi ni u o homem como ani mal raci onal.
Duas porcel anas em forma de gl obo chi nes as foram trazi das por um cri ado. E l e s empre quebra as del e. Adeus , Harry; adeus , Dori an.
Venham me vi s i tar l ogo. Adeus , Bas i l. Foi uma tarde mui to i nteres s ante. E ra, a s eu modo, uma s al a bem encantadora, com s eu al to l ambri l al mofadado, de carval ho manchado de ol i va, s eu fri s o cor de creme, o teto de el evado trabal ho em ges s o, e s eu carpete de vel udo cor de ti j ol o al ternado com tapetes pers as de s eda e l ongas franj as.
E l e cons i derou i r embora uma ou duas vezes. E l e rel anceou rapi damente ao s eu redor e s e l evantou. Pens ei Dei xe-me que eu me apres ente. Acho que meu mari do tem vi nte e s ete del as. E l a tentava s oar pi tores ca, mas apenas cons egui a parecer des arrumada. E u a adoro, mas a temo. Adeus , Harry. E s tou por demai s apai xonado. E l as s e pi ntam para parecerem mai s j ovens. Nem tanto. Di as depoi s que o encontrei , al go pareceu pul s ar em mi nhas vei as.
E nquanto eu me demorava no Parque ou pas s eava por Pi ccadi l l y, cos tumava ol har para qual quer um que pas s ava por mi m e me perguntar, com i ns ana curi os i dade, que ti po de vi das el es l evavam. Al guns del es me fas ci naram. Outros me encheram de terror. Havi a um del i cado veneno no ar. Uma noi te, perto das s ete horas , deci di s ai r em bus ca de al guma aventura. Imagi nei mi l coi s as. E l e ti nha cachos s ebos os e um enorme di amante res pl andecendo no mei o de uma cami s eta i munda.
Havi a al go nel e, Harry, que me s urpreendeu. E l e era um mons tro. A gal eri a e o fos s o es tavam bem chei os , mas as duas fi l ei ras de encardi das cabi nas es tavam total mente vazi as e mal havi a uma pes s oa no que eu s uponho chamarem pri mei ra fi l ei ra.
Comecei a me perguntar o que na terra deveri a fazer, quando dei uma ol hada no programa. Nos s os pai s cos tumavam gos tar des s e ti po de coi s a, acredi to. Devo admi ti r que es tava bas tante perturbado com a i dei a de ver Shakes peare s er i nterpretado em tal buraco acabado. Ai nda as s i m, me s enti i nteres s ado, de certo modo.
De qual quer forma, deci di aguardar o pri mei ro ato. M as Jul i eta! Harry, eu real mente a amo. Nenhum encanto as trans fi gura. M as uma atri z! M as es tou mui to agradeci do pel o el ogi o, de toda a manei ra. Nes te momento, es tavam acendendo as l uzes do teatro e eu ti nha de i r. E l e queri a que eu provas s e al guns ci garros que recomendava enfati camente. Decl i nei. Na noi te s egui nte, cl aro, vol tei ao teatro.
E l a es tava i nterpretando Ros al i nda. E u havi a j ogado para el a al gumas fl ores e el a ol hara para mi m; pel o menos , i magi nei que s i m.
O vel ho j udeu era pers i s tente. Seus ol hos s e abri ram i mens os em del i cada s urpres a quando l he di s s e o que eu pens ava de s eu des empenho e el a pareci a bem i gnorante de s eu poder.
E u a amo e deverei fazer com que el a me ame. M eu Deus , Harry, como a cul tuo! E l e es tava terri vel mente exci tado. Terei de pagar-l he al go, cl aro. Quando tudo es ti ver aj us tado, tomarei um teatro em Wes t E nd e a apres entarei apropri adamente. Ou devo es crever para el e? Lorde Henry s orri u. Perguntarei a el e. E agora devo i r. Is s o o tornava um es tudo ai nda mai s i nteres s ante. E , mes mo as s i m, que grande recompens a s e recebi a! Que i mporta a que cus to? E l e o fi zera prematuro.
M as , de vez em quando, uma pers onal i dade compl exa ocupava o l ugar e as s umi a o trabal ho da arte, cl aro, de s eu modo, um trabal ho verdadei ro de arte, a Vi da tendo s uas obras pri mas el aboradas , as s i m como fazi a a poes i a, ou a es cul tura ou a pi ntura. Si m, o garoto era prematuro. E l e reuni a a s ua col hei ta enquanto ai nda era pri mavera. Al ma e corpo, corpo e al ma — como eram mi s teri os os! Havi a bes ti al i dade na al ma e o corpo ti nha s eus momentos de es pi ri tual i dade.
Os s enti dos poderi am refi nar e o i ntel ecto poderi a degradar. Seri a a al ma uma s ombra i ns tal ada na cas a dos pecados? Ou es tari a o corpo real mente na al ma, como pens ava Gi ordano Bruno? Nos s os fracos moti vos eram aquel es s obre cuj a natureza es tamos cons ci entes. E l e pens ou na j ovem vi da de cores ardentes de Dori an Gray e s e perguntou como tudo aqui l o termi nari a.
Quando el e retornou para cas a, perto da mei a-noi te e mei a, vi u um tel egrama s obre a mes a do corredor. E ra para l he di zer que el e s e comprometera a s e cas ar com Sybi l Vane. M argaret de Val oi s foi uma nobre frances a que s e cas ou com o rei navarro Henri que IV. Di s s e que el e es tava comprometi do a s e cas ar. Teve es te excel ente efei to, dentre outros. Nunca me apercebo do que as pes s oas comuns di zem e nunca i nterfi ro nas coi s as que as pes s oas encantadoras fazem.
Dori an Gray s e apai xona por uma bel a garota que i nterpreta Shakes peare e a pede em cas amento. E l as perdem a i ndi vi dual i dade. Tornam-s e al tamente organi zados. Lorde Henry ri u. Tenho o mai or des prezo pel o oti mi s mo. Sybi l i nterpretava Ros al i nda. M as Sybi l! Quando el a entrou com s ua roupa de garoto, es tava perfei tamente maravi l hos a.
Sentei -me na cabi na encardi da compl etamente fas ci nado. E u es tava l onge, com meu amor, em uma fl ores ta que nenhum homem vi ra. Lorde Henry beberi cou s eu champanhe de manei ra pens ati va. Indi gna! E u amo Sybi l Vane. E u me torno di ferente do que s abi a s er.
Acenda um ci garro. Dori an, venha comi go. Hal l ward es tava qui eto e preocupado. Havi a s ombras es curas s obre el e. Depoi s de al guns momentos , des ceram as es cadas.
E l e foi s ozi nho, como combi nado e obs ervava as l uzes bri l hantes da pequena s ege di ante del e. Senti a que Dori an Gray nunca s eri a novamente para el e tudo o que fora antes. Dori an Gray es tava mai s aves s o a el e do que nunca. Lorde Henry, por outro l ado, gos tou bas tante del e. Hal l ward s e di verti a vendo os ros tos na pl atei a. Os j ovens na gal eri a ti raram s eus cas acos e col etes , e os penduravam ao l ado. Al gumas mul heres ri am na pl atei a; as s uas vozes eram horri vel mente agudas e des afi nadas.
O s om do ti rar das rol has chegava do bar. M as ei s a orques tra. A cena era no corredor da cas a dos Capul eto e Romeu, em s uas ves tes de peregri no, entrara com M ercuti o e s eus ami gos. Ai nda as s i m, el a es tava curi os amente i ndi ferente. A voz era del i cada, mas do ponto de vi s ta do tom, era abs ol utamente fal s a. E s tava com a cor errada. E xtrai a toda a vi da dos vers os. Dori an Gray empal i deci a enquanto a obs ervava. Nenhum dos s eus ami gos ous ou di zer nada para el e.
E l a l hes pareci a total mente i ncompetente. E s tavam terri vel mente des apontados. E s peraram por el a. Meu amor, boa noi te! De fato, l onge de es tar nervos a, el a pareci a abs ol utamente autoconti da.
E l a era um fracas s o compl eto. Quando o s egundo ato termi nou, houve uma tempes tade de vai as , e l orde Henry s e l evantou de s eu as s ento e ves ti u s eu cas aco.
Noi te pas s ada el a era uma grande arti s ta. As s i m, qual o probl ema de el a i nterpretar Jul i eta como s e fos s e uma boneca de madei ra? Venha para o cl ube comi go e com Bas i l. Poucos momentos depoi s , as l uzes da ri bal ta s e acenderam e a corti na s ubi u para o tercei ro ato. Dori an Gray vol tou para o s eu as s ento. M etade da pl atei a foi embora, com pi s adas fortes e ri ndo. Toda a coi s a era um fi as co. Seus ol hos bri l havam com um fogo di ferente. E l a es tava radi ante.
A garota s orri u. Porque deverei s er s empre rui m. E l e deu de ombros. M eus ami gos fi caram entedi ados. E l a es tava trans fi gurada de al egri a. E ra apenas no teatro que eu vi vi a. E u acredi tava que tudo aqui l o era verdade. E u era Ros al i nda em uma noi te e Porti a em outra. E u acredi tava em tudo. As pes s oas comuns que i nterpretavam comi go me pareci am s er di vi nas. As cenas pi ntadas eram o meu mundo. M eu amor! E s tou farta de s ombras. Subi tamente, o s i gni fi cado di s to amanheceu em mi nha al ma.
O conheci mento me era es tranho. Ouvi -os vai ar e s orri. O que el es conhecem s obre o amor? Odei o o pal co. E l e as reti rou e um tremor o percorreu.
M eu Deus! Como fui tol o! Nunca mai s menci onarei s eu nome. Ora, uma vez Oh, mal pos s o s uportar pens ar ni s s o! A garota empal i deci a e tremi a. E l e a empurrou. M as tentarei Bei j e-me de novo, meu amor. Trabal harei duro e tentarei mel horar.
E u deveri a ter me mos trado mai s como uma arti s ta. Poucos momentos depoi s , es tava fora do teatro. Para onde el e foi , el e mal s abi a.
Quando a aurora es tava a i rromper, el e s e vi u em Covent Garden. Um carrocei ro de j al eco branco l he ofereceu al gumas cerej as. Depoi s de al gum tempo, el e chamou um trol e e s egui u para cas a. Na parca e conti da l uz que l utava contra as corti nas de s eda cor de creme, o ros to l he pareceu um pouco mudado. Certamente, aqui l o era curi os o. E l e pi s cou e, pegando da mes a um es pel ho oval emol durado em cupi dos de marfi m, que l orde Henry l he dera, rel anceou apres s adamente para el e.
O que s i gni fi cava aqui l o? E l e es fregou os s eus ol hos e s e aproxi mou do retrato, exami nando-o novamente. A coi s a es tava terri vel mente aparente.
Si m, el e s e l embrava perfei tamente. Pareci a mons truos o mes mo pens ar ni s s o. E , contudo, havi a o retrato di ante del e, com o toque de cruel dade na boca. Cruel dade! Ti vera el e s i do cruel? E l e s onhara com el a s endo uma grande arti s ta, dera a el a s eu amor porque el e pens ou que el a fos s e grande. E l a fora s uperfi ci al e i ndi gna. E l e s e l embrou com que fri eza el e a obs ervara.
Por que tal al ma l he fora dada? Sua vi da era bem mai s di gna que a del a. Lorde Henry havi a l he di to i s s o e l orde Henry s abi a quem eram as mul heres.
Por que el e s e i ncomodari a com Sybi l Vane? M as e o retrato? O que el e ti nha para di zer s obre aqui l o? E l e vol tari a a ol har novamente para el e? E ra l oucura pens ar as s i m. Ai nda as s i m, o retrato o obs ervava, com s ua bel a face embotada e s eu s orri s o cruel.
Seu cabel o bri l hante res pl andeci a na tenra l uz do s ol. Seu ouro des vaneceri a em ci nza. Suas ros as vermel has e brancas morreri am. Para cada pecado que el e cometes s e, uma mancha embotari a e devas tari a s ua bel eza. E l e l evantou-s e de s ua cadei ra e puxou uma l onga tel a para frente do retrato, tremendo enquanto o contempl ava. Quando el e pi s ou s obre a grama, res pi rou fundo. E l e pens ava apenas em Sybi l Vane. E l e repeti a s eu nome, e repeti a e repeti a novamente.
Como era tarde! E l e abri u as outras i ndi ferentemente. E l e pareci a ter s e es queci do de tudo o que pas s ara. E l e s e s enti a perfei tamente fel i z. De repente, s eus ol hos pous aram s obre a tel a que el e col ocara defronte ao retrato e s e as s us tou.
O retrato ti nha mes mo mudado? A coi s a era abs urda. E l e quas e temeu que s eu cri ado abandonas s e a s al a. E l e es tava com medo da certeza. O homem fi cou es perando pel as s uas ordens. Dori an ol hou para el e por um momento. E ra certo que el e o fari a. E l e s e l evantou e trancou as duas portas.
E ra perfei tamente verdade. O retrato ti nha s e al terado. E , ai nda, era um fato. Que o que fos s e s onhado, el es fari am acontecer? Ti nha fei to-o cons ci ente de como el e fora i nj us to e cruel com Sybi l Vane. Quando Dori an Gray termi nou s ua carta, el e s enti a que el e ti nha s i do perdoado. Dei xe-me entrar de uma vez. As bati das conti nuaram e fi caram mai s al tas. E l e pul ou, arras tou a tel a apres s adamente s obre o quadro e des trancou a porta. Quero s er bom.
Nunca di ga coi s as des te ti po para mi m novamente. Oh, s i m, me l embro. Sybi l morta! Coi s as como es tas tornam um homem cel ebri dade em Pari s. E l e es tava entorpeci do de terror. Que Sybi l? Li no Standard que el a ti nha dezes s ete anos. Pens ava que el a fos s e mai s j ovem ai nda.
Se eu ti ves s e l i do tudo i s s o em um l i vro, Harry, acho que teri a chorado. E i s mi nha pri mei ra apai xonada carta de amor que es crevi em mi nha vi da.
E s tranho que mi nha pri mei ra carta de amor apai xonada tenha s i do para uma garota que tenha morri do. Sybi l!
E l a pode s enti r ou s aber, ou es cutar? Oh, Harry, como eu a amei uma vez! E l a era tudo para mi m. E l a me expl i cou tudo. Senti a que fi z errado. Harry, o que devo fazer? Seu res ul tado, abs ol utamente nul o.
O rapaz fez cara fei a. E l a nos afeta da mes ma manei ra que a vul gari dade. Ou mel hor, s omos ambos. No cas o pres ente, o que real mente aconteceu? Teri a me fei to apai xonado pel o amor pel o res to da mi nha vi da. E s queci o que o matou. Acho que foi a propos ta del a de s acri fi car todo o mundo por mi m.
E nterrei meu romance em uma cama de papoul as. E l a o puxou novamente e me as s egurou que arrui nei s ua vi da. M as que fal ta de gos to el a demons trou! M as as mul heres nunca s abem quando as corti nas caem. Al gumas del as o fazem bus cando cores s enti mentai s. Outras encontram grande cons ol o em des cobri r repenti namente as boas qual i dades de s eus mari dos.
E l as os tentam s ua fel i ci dade conj ugal na frente de outras , como s e fos s e o mai s fas ci nante dos pecados. M as , real mente, Dori an, como Sybi l Vane deveri a s er di ferente de todas as mul heres que s e pode encontrar! E l as amam s er domi nadas. A garota nunca vi vera real mente e, portanto, nunca morreu de fato. Depoi s de al gum tempo, Dori an Gray ergueu os ol hos.
E l e es perou i mpaci entemente que s e fos s e. Pobre Sybi l! Que romance teri a s i do! E l e as s ecou rapi damente e ol hou mai s uma vez para o retrato. E l e s enti u que a hora de fazer a s ua es col ha ti nha real mente chegado.
O retrato carregari a o pes o de s ua vergonha: i s s o era tudo. Que pena! O retrato mudou em res pos ta a um pedi do; tal vez, em res pos ta a um pedi do, pudes s e permanecer i nal terado. M as o moti vo era i ns i gni fi cante. Se o quadro ti ves s e de mudar, que mudas s e. Is s o era tudo. Nenhum pul s o de s ua vi da s eri a mes mo enfraqueci do. Como os deus es dos gregos , el e s eri a forte, l i gei ro e al egre. Pobre mul her! E m que es tado el a deve es tar!
Al go o trans formou por compl eto. Ontem, quando s oube que Sybi l Vane ti nha s e s ui ci dado Cl aro que el a s e matou. Como Sybi l era di ferente! Quando el a s oube que era i rreal , morreu, as s i m como Jul i eta poderi a ter morri do.
E l a pas s ou novamente para a es fera da arte. Fi nal mente el e cons egui u e nada podi a exceder s eu des apontamento. Amo as bel as coi s as que s e podem tocar e mani pul ar. Sou um homem, agora. Cl aro que gos to mui to de Harry. Sou o que s ou. Hal l ward s enti u-s e fortemente emoci onado. Havi a tanto nel e que era bom, tanto quanto havi a nel e de nobre. E ra mui to boni to da parte del a. Hal l ward fi xou s eus ol hos nel e.
Ti re a tel a, Dori an. E l e ol hava para Dori an Gray tomado por uma abs ol uta s urpres a. E l e nunca o vi ra daquel e j ei to antes. E l e tremi a por i ntei ro. Seu s egredo s eri a exi bi do ao mundo? Havi a gotas de s uor al i. E l e parou de repente e um rai o de l uz tomou-l he os ol hos. E l e l he perguntari a.
Dei xe-me s aber o s eu e eu l he contarei o meu. Se des ej a nunca mai s ol har s eu retrato novamente, eu me conformo. De al guma forma, nunca amei uma mul her. Suponho que nunca ti ves s e tempo. Tudo era erro e tol i ce. Um di a, deci di pi ntar um maravi l hos o retrato s eu. Deveri a s er mi nha obra-pri ma. Fi quei cada vez mai s temeros o de que o mundo s oubes s e do meu s egredo.
Senti , Dori an, que eu ti nha fal ado demai s. Harry, a quem pri mei ro contei a res pei to, ri u de mi m. Quando o quadro fi cou pronto e me s entei s ozi nho com el e, s enti que eu es tava certo. Dori an Gray res pi rou fundo. O peri go pas s ara. E l e es tava a s al vo naquel e momento. Lorde Henry ti nha o encanto de s er mui to peri gos o.
M as aqui l o era tudo. Seri a es ta uma das coi s as que a vi da l he res ervara? E agora, adeus , Dori an. Apenas o ti po de vi da que eu queri a l evar. Pobre Bas i l!
0コメント